La miraba y la miraba, y con la misma certeza que se que algún día he de morir, supe que la amaba más que nada que hubiera visto o imaginado en la Tierra. Hacia mucho que solo era el pálido reflejo de una nínfula, pero yo amaba a esta Lolita pálida y sucia con el hijo de otro hombre es su vientre. Se estropearía y se echaría a perder, me daba... (continúa)