Si le mostramos a un hombre normal la foto de un grupo de colegialas y le pedimos que señale a la niña más hermosa no siempre elegirá a la pequeña nínfula que hay entre ellas. Hay que ser un artista, un loco abrumado por la verguenza, la melanconía y la desesperación para distinguir entre todas al diablillo mortífero. Y allí está, no reconocida... (continúa)