- Tú no tienes nombre y yo tampoco tengo nombre. No hay nombres. Aquí no tenemos nombre.
- ¿Estás loco?
- Es posible que lo esté pero no quiero saber nada de ti. No quiero saber donde vives, ni de donde eres. No quiero saber absolutamente nada de nada. ¿Me has comprendido?
- Me asustas.
- Nada. Tú y yo nos encontraremos aquí sin saber nada de lo... (continúa)