Sus pasatiempos favoritos eran montar a caballo y atormentar al muchacho que trabajaba en la granja. Su nombre era Westley, pero ella nunca lo llamaba así. Nada proporcionaba tanto placer a Buttercup como dar órdenes a Westley a todas horas. Como desees, es lo que siempre contestaba él. Un día descubrió con asombro que cuando él decía como... (continúa)