- En la antigüedad si alguien tenía un secreto que no quería compartir, ¿sabes lo que hacía?
- No tengo idea.
- Iba a la montaña, encontraba un árbol, escarbaba un hoyo en él y le susurraba su secreto. Luego lo cubría con lodo. Y dejaba el secreto ahí para siempre.
- ¡Qué lata! A mí me bastaría con ir a acostarme con alguien.
- No todo... (continúa)