- Ahora me toca a mí, dime algo que te cabree de verdad. Que te saque de quicio.
- ¿Qué me cabree de verdad? A mí me cabrea todo...
- Sí, ponme algún ejemplo.
- Ehm, ya lo tengo. Me cabrea que los hombres desconocidos, desconocidos por la calle, me digan que sonría para que se sientan mejor en sus aburridas vidas. Qué más... Odio, odio que a... (continúa)