Y en un momento determinado no sé ni cómo ni por qué sentí que su mano me decía: A ¿si?, si ¿estás seguro?; y mi mano le respondió: Si estoy seguro me apetece y siento que a ti también te apetece. Sentí que su mano me apretaba más fuerte, a ella también le apetecía. Es curioso lo intensos que son esos momentos tan tontos, algo que no dura más de... (continúa)