- Mataste a mi hermano.
- Lo siento y, ¿quieres reunirte con él?
- No.
- Siempre es la misma historia. Solo cuando uno empieza a temer de verdad a la muerte es cuando aprende a apreciar la vida. ¿A ti te gusta la vida, cariño?
- Si.
- Perfecto, porque no encuentro ningún placer en quitar la vida a una persona que no siente apego por ella.