- Estás convencida de que nadie puede alcanzar tu alto nivel moral y perdonas a todos. No se me ocurre arrogancia mayor. Tú, mi hija adorada perdonas a todos con excusas que jamás admitirías para ti.
- ¿No debo ser clemente?
- Sí, debes serlo. Cuando corresponda. Pero debes mantener tus principios. Se lo debes a ellos. Se lo debes. Es lo justo.