Durante años trabajé en un videoclub, y en Nochevieja siempre trataba con la que yo consideraba mi gente. Almas vapuleadas que odiaban el esplendor de esa noche, que preferían regodearse en la autocompasión, silenciosamente y en privado, emborrachándose de romanticismo ficticio y desengaños propios y ajenos. Ese era yo, un tipo solitario, triste... (continúa)
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Enviada por Salvador hace 9 años
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